Dicen que a toda buena idea le llega su hora. Y la que tenía Miguel Farías, de 69 años, rondaba en su cabeza desde hacía largo tiempo. Cauteloso en la vida, siempre supo de la importancia de cuidar el planeta y que hacerlo es una responsabilidad individual.
Por eso —el hombre nacido y criado en Uspallata, una de las hermosas ciudades mendocinas, surcada por el río Mendoza, dos arroyos debajo de la imponente cordillera de los Andes— fabrica leña ecológica con los restos que quedan de la poda de los árboles.
«La hoja es una pila de energía, una biomasa, pero la mal llamamos ‘basura’”, asegura el jubilado que hace 11 años comenzó a investigar sobre las bondades de las hojas de los árboles y descubrió que los chinos usaban esos residuos para convertirlo en energía eléctrica.